viernes, 30 de agosto de 2013

Dodecaneso


Espigón en la bocana del puerto de Kos
Grecia, julio 2013

Dodecaneso


Buenos días. Un poco retrasado respecto a la fecha en la que tenía previsto volver a este blog, donde no puedo programar, pero íme edó, aquí estoy. Mantengo la fecha inicial del 30 de agosto por no dejar vacío ningún mes.

No suelo fotografiar veleros y menos los grandes o lujosos, pero este fue el primero que tuve a tiro nada más llegar al puerto de Kos, y como aquí he subido varias fotografías de puertos, éste quiere ser un espacio marinero y estos animales, quieras o no, se te imponen, empezaré por lo que menos me gusta, el derroche.

El puerto es una exposición de barcos de lujo. Muchos de ellos son cruceros para ricos, otros hacen excursiones alrededor de la isla, por el archipiélago y a los puertos turcos de enfrente, en la costa de Anatolia, a una o pocas millas de distancia. Hay algunas fantasías románticas, como el barco pirata, algún kaíki típico más pintado que la Παναγία των Χρωμάτων, la Vírgen de los Colores, etc.
Pero abundan los privados, de tropecientos metros de eslora, taitantos miembros de una tripulación uniformada de riguroso e impecable blanco y azul marino, maderas nobles, cromados kilométricos en las barandillas, en proas y popas, en palos, mástiles y ojos de buey,... pulidos y relucientes como luceros del alba. Un horror.

Tiene que costar una pasta sólo amarrar aquí todos esos metros, no digo nada llenar el depósito de gasoil -¿o usarán bencina?- con una regadera...

La primera vez que pasamos por Kos hará unos veinte años, ya escapamos de allí haciendo fú como el gato, el mismo día, rumbo a Kálimnos. Esta vez, obligados a quedarnos un par de días, aprovechamos para conocer la isla.

En el gran arco que describe la bahía del puerto de Kos los barcos de lujo amarran en los muelles del sur, bajo la fortaleza, los más caros, ¡la historia cuesta una pasta y dentro todavía resiste el plátano de Hipócrates, por si se nos pega algo!
Y al norte de la media luna están los pocos pescadores que aún resisten, con el fondo de las feas casas del desarrollismo turístico, con muchos caiques destartalados como recién salidos de un huracán, algunos vendiendo sus escasos pescados en la misma acera, abarrotada de alemanes y demás fauna, mayoritariamente nórdica y joven.

Βαγγέλης Σιμος, Θανασης Περιστερακης.
Ελένη Λεγάκη.  Θάλασσα φουρτουνιασμένη. Mar tormentoso.


Del pescador al consumidor
Kos, julio 2013.

Los próximos capítulos traerán fotografías de algunos puertos del Dodecaneso, espero, junto con algo del periplo estival.

Me cuesta mucho volver a las rutinas y paso los primeros días con el pasmo griego, extraño el aire, el sol, la sal, el calor, el olor, los sabores, el agua tiene otra textura, otro tacto... En el otro blog me han salvado el montón de programaciones que tengo en capilla, porque es la primera vez que escribo sobre el recorrido de este año. A ver si para octubre, o por ahí, empiezo a contar algo allí, en esa etiqueta de Archipiélagos, siguiendo a Creta.

La canción de Eleni Legaki, Nisiótika, de las islas, como la mayoría de las que he puesto en este espacio, ya la tenía preparada, pero también, pensando en los días de recogimiento hesikástico umbilical, haciendo la Filokalia heteróxida, había reservado este zeibékiko de Margaritis que no bailaré ahora porque no son horas, pero que me recuerda que vuelvo al exilio cocinil vetustiano, desde el que escribo, otra especie de celda como la 33 de Yorgos.

Γ. Μαργαρίτης.   Στο κελι 33.  En la celda 33.

http://www.youtube.com/watch?v=Kdj54cN3TOU

Salud y buenos vientos

Barbarómiros